Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

jueves, 2 de junio de 2011

Vistas del lago y un sillón rojo.

Pusieron un sillón encima de una roca para poder contemplar el lago. Si eso es, un sillón de esos que aparecen algunos sábados por generación espontánea entre las sospechosas cosas que ellos coleccionan. Por alguna extraña razón nunca nadie había querido sentarse en él durante los meses que había estado dentro, así que decidieron que a lo mejor esto se debía a que en realidad ese extraño sillón siempre había estado destinado a formar parte de su nuevo porche privado.
Decidieron por tanto que, la inauguración del ya oficial lugar por excelencia de las noches de verano, era la excusa perfecta para tener algo que celebrar aquella noche de sábado. Así que a pesar de que era marzo, todos accedieron a que esa noche tocaba beber para celebrar que oficialmente tenían un nuevo salón propio. Es verdad que en realidad sólo era un sillón medio destartalado que debía de tener más años que la roca en la que estaba situada, y también es verdad que a ninguno le importaba demasiado la razón por la que bebían, pero en realidad aquella noche ninguno se planteó demasiado nada entorno a aquel sillón rojo que se encontraba coronando una roca justo en primera línea de pantano. Emborracharse era el principal propósito de casi todos los invitados de aquella inauguración. Unos pensaban en como el ron les permitiría olvidar aquella rutinaria semana que ya dejaban atrás, mientras otros bebían vodka para conseguir soltarse rápidamente y conseguir entrarle a alguna que estuviera dispuesta. Unos se dedicaban a beber lo más posible para olvidar algo de lo que mucho no se acordaban, mientras otros guitarra en mano le cantaban a la luna un par de estrofas que habían surgido entre copas y cigarros. Unos ya habían dejado de saber lo que hacían desde hacía tres copas y se dedicaban a hacer carreras y a hacer la croqueta por la hierba, mientras otros habían querido fiesta, pero no habían querido copas, y se disponían en el homenajeado sofá tarareando alguna cancioncilla y discutiendo sobre lo que ellos siempre discutían.
En un momento dado, las nubes decidieron que ya era hora de dejar que la Luna saliera de su escondite, y como por arte de magia desaparecieron. El grupito del sillón llevaba un rato haciendo filosofía, pero algo era diferente al resto de los sábados: ella no había abierto la boca para refutar nada. En el sillón sabían que eso era un síntoma de que algo no demasiado bueno le había pasado a la mujer de la contracorriente, porque aunque todos sabían que no para cualquier cosa era de palabra fácil, los temas que en aquel sillón se habían tratado eran de los que ella a menudo defendía con uñas y dientes. A él se le ocurrió una idea, y con un disimulado gesto les dio a entender a los demás que él se encargaba de sacarle las cosquillas, dibujarle una sonrisa, o lo que fuera que ella aquella noche de marzo necesitaba. Los demás se fueron respaldados por un puñado de escusas baratas, pero a las que ella no prestó ni la mas mínima atención, y se quedaron ellos dos solos en aquel sillón rojo desde el que se veía sin demasiado esfuerzo el reflejo de la Luna en el agua de ese lago. Alguien tenía que romper el hielo, apunto estaba él de hacerlo cuando ella comenzó a hablar:

  • ¿Qué tal estas?
  • Sabes de sobra que no les he pedido que se vayan para hablar de mi. Yo estoy bien, pero tu me preocupas. Llevas una hora mirando al infinito, y por más que hemos sacado temas de esos que tanto te gusta debatir, no hemos conseguido arrancarte palabra.

De fondo se oyó un grillo, pero ella permaneció en silencio.

  • Esta bien, si no quieres hablar de eso hablemos de otras cosas. ¿Quieres saber que pensé cuando trajimos este sillón aquí?
  • ¿Qué sería útil para ver la lluvia de estrellas fugaces en la noche de San Juan?
  • No era eso, pero tomo nota. Pensé que este sillón aquí puesto era como muy para ti.
  • ¿Por lo desastre que es? ¿O porque no tiene demasiado sentido poner un sillón en una roca?
  • Porque aquí estás tan alto que puedes tocar las nubes sólo estirando el brazo. O si ves que no hay nubes y que es una noche clara también puedes probar a encender y apagar estrellas. Siempre que te apetezca puedes venir aquí a mirar a los esquiadores, o simplemente a encontrar en cada reflejo del agua una historia que contar ¿Qué me dices? ¿No es este un lugar que parece hecho a tu medida? ¿No es verdad que siempre has querido tocar una nube para demostrar que las cosas que otros creen imposibles no lo son?
  • Gracias, de verdad.
  • Mírame.
  • ¿Qué?
  • Ya se que es lo que te pasa, lo leo en tus ojos.



Ella,simulando creer que con sus ojos cerrados él no iba a poder leer lo que le preocupaba,como si de repente quisiera aparentar que era como una niña de tres años que piensa que debajo de la sábana está a salvo , cerró los ojos.

  • No importa, ya lo he leído. Y sinceramente no puedo entender que estés así de triste porque pienses que eres rara, extraña o incluso inferior.
  • No quiero hablar sobre ello, ya te he dicho muchas veces que mi visión de mi misma no es algo que pueda cambiar.
  • Pues yo si que quiero hablar sobre ello, y me vas a escuchar porque es muy importante esto que voy a decirte.
  • No es tan importante quererse a uno mismo...
  • En eso te equivocas. No podrás amar hasta que no te ames a ti mismo. Y sé que esto suena a lo que siempre se dice, pero mírame porque sé de que hablo.-hizo una pausa.
    Una vez que ella le miró prosiguió.
  • La mayoría de las veces las historias de amor son muy artificiales, y de eso no hace falta que te diga nada porque has sido precisamente tú quien me lo ha enseñado, lo que no te has parado a pensar demasiado es en las posibles causas, y yo veo que alrededor de tu falta de autoestima florece una que a la larga puede provocarte desamores. - él ya había conseguido que la mirada de ella fuese atenta, y hizo otra pausa para disfrutar unos instantes de la Luna reflejada en sus ojos- Me explico. Tú casi siempre atribuyes las mismas causas al problema, pero se te escapa una que es esencial. En muchas ocasiones no hay amor porque uno, o los dos se preocupan más por ser dignos de ser amados que por disfrutar de la relación. A menudo muchas personas que, influidas por en inminente pesimismo que se cuece en nuestra sociedad, no se valoran en absoluto a sí mismas, no logran entender como alguien ve algo en ellas. Sé de sobra que a ti esto te pasa. Tu no te quieres, y por eso te choca tanto que otros si lo hagan. En estas situaciones el problema está en que al final las personas se esfuerzan tanto por ser alguien digno de ser querido, que al final dejan de ser ellas mismas. Es entonces cuando la relación se enfría, y acaba por terminarse cuando se dan cuenta de que no hay amor entre ellos. Pero en realidad se equivocan porque los dos se mueren respectivamente por el otro, pero se odian a sí mismos por no haber sido suficiente para el ser amado. Esto me está quedando un poco cursi, pero es así. Sinceramente creo que esa idea de sorprender al otro es algo que tenemos que “desaprender” y lo que tenemos que meternos en la cabeza de una vez es que en realidad lo que nos hace especiales suele ser justo lo que no nos gusta de nosotros. ¿Sabes? Es una pena que no puedas ver que todo lo que veo desde este sillón rojo me recuerde tanto a ti porque es imprevisible, porque es estupendo, y relajante. Si eso es, esa es la palabra que andaba buscando. Para mi eres una luchadora nata, pero reservada al mismo tiempo; tienes muchos sueños, pero te da miedo intentar cumplirlos en el presente, y esto es porque te sientes fuera de lugar, como si fueras una pieza de puzzle que no encaja con ninguna pieza, pero a mi lo que me parece es que en realidad no somos piezas ninguno, y no hay que encajar, simplemente hay que mostrarse tal y como se es, y tu lo haces siempre,aunque no muy a menudo, en tus discursitos sobre el amor y la felicidad, pero además de todo eso eres relajante. A mi me relaja saber que queda gente como tú. Gente que no está dispuesta a conformarse, que piensa diferente, que quiere ser feliz, pero que no esta dispuesta a seguir la receta que le han dado porque lo suyo es la improvisación.
    Ella no pudo mantener más la mirada y se lanzó a sus brazos abrazándole efusivamente. Algo en su interior tenía ganas de llorar y de reír al mismo tiempo, pero en lugar de eso le estrujó con fuerza hacia sí. El sillón rojo fue testigo de un abrazo bastante duradero que parecía firmar los inicios de una fuerte, e inseparable amistad, o incluso de un incipiente amor a largo plazo. Sin embargo, poco pensó ella en eso, el tiempo ya diría hacia donde desembocaría todo aquello. Él se separó. Parecía que aún tenía algo que decir:
  • Al final no me has dejado decirte eso tan importante que te dije al principio.
  • ¿Qué es? Dímelo
  • Recuerda siempre que nadie en todo el mundo, nadie, sabe ser tú mejor que tú. Y sé que eso está en la línea de lo que tú escribes sobre la manía de ser fotocopias hoy en día, pero no lo digo por eso. Lo digo porque nadie podrá nunca recordarme tanto a esto que veo ahora mismo, y porque me encanta que no seas nadie más que tú.



Pauli

PD: piénsalo. Eres único/a
PD2: a lo mejor hay mas entregas del sillón rojo.
esto lo escribí el 10/ marzo / 11


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