Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

La chica de los zapatos rojos II

Voy a tomarme una copita que después del bailoteo apetece algo fresco, y una copa no me va a afectar en absoluto para poder llevar a cabo mi plan de conquista. Un cubata de ron para romper el hielo y de vuelta al sillón. Saco el móvil del bolsillo y me sorprende bastante que ya sea la una y cuarto y ella no haya aparecido ni haya dado señales de vida. Busco consejo en su mejor amiga, pero ella acaba de desaparecer de mi lado. Así que, sin pensármelo demasiado, le mando un mensaje preguntándole donde está y si está todo bien. Justo cuando he acabado de mandárselo reaparece mi exnovia en los brazos de un tipo al que no había visto en mi vida. Es un tío alto de esos que pasan horas en el gimnasio cultivando sus músculos. Es de piel oscura y rasgos marcados. Se acerca al sillón en el que me encuentro. Hace uso de sus trabajados brazos sosteniendo a mi amiga sin aparente esfuerzo.Con un aire chulesco y bastante arrogante, trata de hacerse notar. Sea lo que sea que se trae con mi amiga, así de primeras, me toca las narices que la lleve entre sus brazos como si fuera un héroe que acaba de librar una gran batalla. Es más,con esta estampa cualquiera diría que esto se trata de un capítulo de fin de año de vigilantes de la playa, pues un tío que debe rondar por los dos metros de altura lleva en brazos a una chica que como mínimo parece mareada.Sin embargo, en vez de ante un caso de ahogamiento, más bien parece que nos encontramos ante un caso de borrachera de nochevieja por exceso de champán.

No entiendo muy bien cómo en tan poco tiempo mi amiga ha podido pasar a ese estado en el que según mi hipótesis se encuentra, aunque a decir verdad no hay razón alguna para que yo dé por hecho que este epidosio se deba a que esté completamente borracha.

Ella sonríe cuando me ve. Él la deja suavemente sobre el sillón. Está algo despeinada y lleva los zapatos en la mano. No parece tan borracha como para no ser capaz de andar, pero tiene mala cara. Busco una explicación por la que ella, nada más aterrizar en el sofá, se haya enrollado alrededor de mi pierna escondiendo la cabeza. Ambos permanecen en silencio pero yo sigo buscando esa expliación en el chico que acaba de traerla hasta el sofá. Sin embargo, me quedo desconcertado al comprobar que no sólo no dice nada para informarme de lo sucedido, sino que se toma la libertad de guiñarme un ojo antes de irse. Esta situación es completamente surrealista: mi exnovia acurrucada a mí después de que un maromo de unos dos metros de alto la trajera en brazos como si estuviera descapacitada. Y, acto seguido, largarse sin más pista sobre las razones por las cuales mi amiga se encontraba en aquellas condiciones, que un guiño de ojos para mí. Si almenos pudiera encontrar la explicación a este suceso en el pedo que debería de llevar a estas alturas de la noche de fin de año, esta situación sería menos preocupante. Pero la realidad es que ahora mismo no entiendo nada de lo que ha pasado.

Ella gira la cabeza y me mira. La conozco lo suficiente como para saber que lo de hacerse la borracha para volver en los brazos de ese tipo ha sido puro teatro. Sin embargo, no parece satisfecha con el resultado obtenido. Es más, busca consuelo más que felicitación. Sabe que yo no voy a meter el dedo en la yaga si ella no quiere que yo sepa lo que ha pasado, aunque ciertamente necesite una mínima explicación. Pero quiere contármelo, desahogarse y que yo le diga cómo hacer para no arruinar esta noche de fin de año, así que no se lo piensa dos veces y dice:



  • No digas nada, soy tan patética que ni la situación más patética, desastrosa y avergonzante que puedas imaginarte es más patética que yo.
  • Eres un desastre, no te lo niego...- digo aún en estado de shock sin percatarme de que necesita apoyo. Recapacito y añado- pero eres la patética más guapa que existe.
  • No me hagas la pelota, que nos conocemos ¿eh? Soy patética y punto. Y lo más patético es que ni siquiera puedes juzgar qué soy porque no sabes qué ha pasado, pero es que me da hasta vergüenza contarlo. Pero no necesito que me vengas con peloteos ...
  • ¡Joder, pues claro! No me lo has contado. Pero no me puedo imaginar a una patética más guapa que tú, en serio. Aunque pienses lo contrario, cuando te he visto entrar por la puerta como si fueras Pamela Anderson en los vigilantes de la playa con tu vestido rojo, me he quedado alucinado de lo impresionante que te has puesto- le sonrío y le quito el pelo de la cara- aunque me ha dado mucha envidia ese David Hasselhoff en potencia...
  • No digas chorradas, Pamela Anderson no puede ser tan patética...
  • Vamos a ver, ¿quieres de dejar de darle vueltas a lo mismo? Patética no sé, pero cabezota eres un rato. Venga tonta, desahógate si lo necesitas.
  • Pues, es que el vestido no ha funcionado. Él me ha rechazado.
  • ¿Él? ¿quién? ¿El chico que te ha traído hasta aquí? ¿Qué te ha hecho?
  • No, no, no. El chico que me ha traído es un cielo, me ha sacado de allí cuando se ha dado cuenta de que estaba haciendo el ridículo. Ese “David Hasselhoff”, como tu le llamas, es el novio de Miri. El que se trajo de Manchester cuando volvió del Erasmus.¿Te acuerdas? No habla español, y por eso es hombre de pocas palabras. Pero se ha dado cuenta de que soy patética, y cuando me he hecho la borracha para ocultar mi fallida declaración de amor me ha ayudado con la coartada.
  • Pues debería de controlar a quien le guiña el ojo, porque me ha dejado bastante pillado. Por un momento he pasado de tenerle envidia por llevar a Pamela Anderson entre sus brazos a pensar que quería llevarme a mí como te llevaba a tí...- Hago una pausa al ver que el tema le incomoda- ¿Estás bien? Venga, va, cuéntame que es lo que te ha pasado, porque que quieres que te diga, pero el tipo que te ha rechazado no debe de tener ojos en la cara...
  • Has dado en el clavo,es gay.Si lo sabías ¿por qué no me lo has dicho? ¡Tendrías que haberme detenido! He quedado como una imbécil insinuándome tan claramente...- ella, cegada por su angustia, confunde mi teoría sobre la posibilidad de que el novio de Miri se me había insinuado hace unos minutos, con la idea de que yo pudiera saber que el chico que a ella le gusta es gay.
  • Espera, espera. Me he perdido. ¿Te gusta el novio de Miri, que encima es gay? Pero ¡qué clase de culebrón es éste!- digo algo confundido- No, si ya me parecía a mí que ese guiño de ojos...
  • ¡Qué no, idiota! Que el novio de Miri sólo me ha salvado de morir de vergüenza cuando yo toda digna y emperingotada me he decidido a atacar a un hombre al que le gustan los hombres...- resopla- y para colmo, el grupo de imbéciles que rondaban por allí, han puesto la oreja y, han empezado a hacer comentarios de subnormal profundo metiéndose con él. Menuda estampa: él abrumado por mi insinuación y tratando de consolarme con la idea de que yo soy maravillosa pese a que jamás podremos estar juntos...
  • Es que lo eres...- lo digo sin pensar, aunque realmente pienso lo que he dicho. Ella sigue a lo suyo, hablando tan rápido que ni siquiera mi piropo parece capaz de pararla. Quiere decir tanto que no le da tiempo, y a menudo se olvida de que dice más sin palabras.
  • ... Y yo, con cara de pócker, con la esperanza de que una cámara oculta fuera la razón de toda esa situación tan “de película”- se para de sopetón, lo cual resulta muy chocante puesto que ella siempre habla atropellada y sin callarse hasta que no dice todo lo que tiene que decir- Espera, espera. ¿Qué es lo que has dicho? Bueno, era otro de tus peloteos, supongo. Sabes que te los agradezco si los piensas realmente, pero es que me cuesta bastante ser agradable en este preciso momento...
  • No te preocupes, no te lo he dicho para que tú me sigas el juego, y también eres guapa- no sé que me pasa, pero me sale esa palabra casi por defecto. Siento ganas de decirlo como quien padece berborrea incontrolable, aunque en este caso sólo repito una y otra vez la misma palabra ¿Son esto dudas? Ciertamente ella así de indignada y avergonzada me parece irresistible. Así que lo repito y ella sonríe, lo repito y se dibuja en su cara una sonrisa casi involuntaria. Me recreo en la palabra y en la reacción que en ella provoca. Me sonríe y yo sigo piropeándola- guapa, guapa, guapa...Tan guapa que el novio de Miri no ha podido evitar cogerte en brazos y sacarte de allí para intentar aprovecharse de tu momento de debilidad. ¡No es listo ni nada el jodido! :sabe perfectamente que pillarte a tí cuando estás en plenas facultades, es más difícil que ligarse a la mismísima Pamela Anderson en persona- no sé por qué pero la única copa que me he tomado hasta el momento parece estar haciendo mella en mí porque digo lo que pienso tal cual lo pienso sin reparos.
  • Pero ¿qué dices, chalado? Jajajaja- se ríe escandalosa- estás borracho.
  • Nada, nada. Aquí la única borracha eres tú, que has aterrizado en este sofá en manos de un tiarraco que te ha hecho el favor de traerte hasta aquí. Ah, y por cierto: ¿Ves como el novio de Miri es igualito a David Hasselhoff? Te ha salvado...- ella levanta una ceja dando a entender que está cansada de la comparación con la serie.- Bueno, está bien, quizás declararte a un chico y que éste te rechace es una buena escusa para amargarse la noche, pero no creerás que voy a permitírtelo ¿verdad? Aún queda la noche entera, y ese vestido va a triunfar, ya lo creo que sí...
  • Estoy tan borracha que no sé si me estas tirando los tejos descaradamente o me lo estoy imaginando.- dice mientras se parte de risa.

    Y yo, consciente de que se los estoy tirando, comienzo a ver la idea de estar con ella más clara mientras la imagen de la chica de los zapatos rojos se hace ligeramente más difuminada. Bueno no, esa sensación es sólo culpa del alcohol. En cuanto entre ella por la puerta se me quitarán de la cabeza las tonterías. Pero ¿y si no entra? ¿Dónde narices se habrá metido? Y yo aquí con el puntillo, que esa es otra. ¿Cómo narices me ha podido subir tanto esa copa? ¡Para un día que no quiero que me suba, joder! Y encima ahora me atrae bastante la idea de atacar a mi aliada en esta conquista que me he propuesto para hoy día uno de enero. Dios, es que me conozco, y como ella quiera que el vestido funcione conmigo me temo que lo conseguirá. Lleva un buen rato riéndose de sí misma y de la situación y de vez en cuando a mí se me van los ojos. Hago como que disfruto de verla riendo, pero mi subconsciente no entiende de hacia donde es más políticamente correcto mirar. Y ella me tiene calado de cuando estábamos juntos y nada más darse cuenta de que quizás se ha pasado con el escote, vuelve en sí y si acuerda de su mejor amiga y de nuestro pacto. Me echa una miradita que dice claramente: “Deja ya de mirarme las tetas ¿no?” Aunque lo hace de una forma en la que me da la sensación de que en realidad ella también ha pensado en atacarme esta noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

muerde la vida

HAIRCUT from MAMMOTH on Vimeo.