Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

martes, 31 de mayo de 2011

Que la lluvia resbale por mi cuerpo.

Era casi de noche, pero ninguno tenía noción alguna de la hora. Llevaban probablemente horas apalancados en su refugio, y ni siquiera tenían muy claro si les tocaba comer o cenar. Un par de ellos se dedicaban a discutir sobre el botellón del día siguiente. Faltaban unas cuantas botellas y ambos se dedicaban a echarse la culpa el uno al otro. El resto sin embargo, ya se preocuparían de la ausencia de alcohol cuando llegara el momento, y mientras tanto se dedicaban a exprimir ese día cualquiera al máximo. A lo lejos uno se encendía el octavo pitillo de la tarde, o al menos el octavo que ella veía que se encendía. Él mientras tanto, hablaba por teléfono con alguien aparentemente importante, y se chuleaba con cada calada. En el sofá, una muralla de chicas se disponían a hablar entre ellas, pero sin entender muy bien que hacían ahí sentadas. Alguno que otro se les acercaba, pero al poco rato salía despavorido al encontrarse sólo ante el peligro: un “vive la vida” dándose a conocer entre doscientas mujeres sanas. Ese valiente que probablemente le había echado más huevos que a nada en su vida para acercarse a la muchedumbre, había vuelto bastante convencido de que tardaría años en recuperarse y ser capaz de intentar atacar de nuevo.
Así estaba el patio, y nadie sabía muy bien de quien era la culpa, pero los días, los meses y los años seguían pasando sin que las cosas mejoraran en este tema. No obstante, ellas seguían apareciendo de vez en cuando, todas juntas eso sí, lo que parecía significar que esperaban que algún día la cosa se normalizase, pero fiesta tras fiesta la historia se repetía y cada vez era más absurda. Es curioso como a menudo el silencio reinaba, lo que hacía parecer que las fiestas fueran en realidad historias sacadas de películas de Woody Allen en las que siempre piensas que tiene que haber una trampa, pero en este caso la hubiera o no el absurdo reinaba sin que nada cambiara.
Tras darle vueltas a todo esto una vez más, ella siguió analizando el resto de aquella habitación. En otro sofá medio destartalado estaban apilados medio kilo de abrigos y cazadoras, y a los pies de éstas se podían ver unos cuantos cascos de moto.
El ambiente estaba cargado, debían llevar al menos tres horas ahí y la cantidad de humo acumulada les impedía ver con claridad las cuatro paredes de aquel sitio en el que tanto les gustaba juntarse. Ella odiaba el tabaco, pero odiaba aún más el olor que se te queda en el pelo después de salir de un lugar ahumado. En realidad, sobre el tabaco aborrecía casi todo. No podía soportar el sabor de un beso de un fumador que acaba de dejar el pitillo, porque esos besos sabían casi tan amargos como si estuvieras chupando un cenicero. Y no soportaba en absoluto la dependencia que crea en las personas. Sin embargo, había algo que si que le gustaba ,y ese algo era precisamente el exceso de humo tras haber desperdiciado una tarde con esa pandilla de chiflados.
Fuera la lluvia había decidido bailar claqué, y las gotitas sonaban insistentes en la ventana, lo que hacía que aumentaran las ganas de quedarse ahí de por vida. Sólo pensar que para volver a casa había que mojarse y pasar frío en la moto le agotaba, y por esa razón decidió inundarse de ese calor que infestaba la habitación. Sabía que algunas veces no encajaba muy bien en ningún lado, y que incluso ellas pensaban que su utopía traspasaba unos límites que a veces le alejaban del resto, sin embargo estaba acostumbrada y lo único que quería era volcarse en todo aquel a quien quería aunque algunas veces no fuera fácil. Se quedó un rato mirando la ventana y empezó a imaginar que las gotas eran corredores diseñando en pocos segundos una carrera. Le encantaba diseñar juegos estúpidos como ese siempre que la melancolía decidía visitarle, y se quedaba pensativa analizando que gota había ganado la carrera. No sé si con el objetivo de no parecer autista, o llena de curiosidad por analizar la habitación al completo, pero lo cierto es que tras un par de carreras de gotas volvió a su tarea de analizar esa habitación.
Cuando volvió a la realidad, en seguida se dio cuenta de que había mucho ruido. Alguien había puesto la música muy alta y algún roquero se dedicaba a cantar a pleno pulmón. También se oían gritos. Unos cuantos jugaban al pócker sobre algo que algún día fue una mesa. Se reían y se vacilaban sin parar, disfrutando al máximo cada segundo. Otro grupito se dedicaba a subirse a un carrito del supermercado y a hacer extrañas carreras con él. Pero el nivel de ruido aumentaba aún más cuando dos chicas con unas cuantas copas encima se dedicaban a ligotear con otro grupo que no hacía nada. Ligotear ya era algo, y en vacaciones está prohibido hacer varias cosas a la vez.
De repente entre la pirámide de cazadoras empezó a sonar un móvil, y una de las chicas del sofá, que parecían haber entablado una conversación divertida, se levantó a por él. Era su madre que le avisaba de que como no volviera pronto a casa,la ausencia de cena iba a ser el menor de sus problemas. Eran ya las diez y ninguno se había dado cuenta. Pocos solían dar explicaciones en sus respectivas casas de su paradero, aunque alguno que otro cogió el móvil para avisar de que no iba a cenar. Como era de esperar todas las chicas silenciosas tenían que irse a cenar a casa, y eso le recordó que ella también debía hacerlo, pero no quería, así que se limitó a pedir permiso para quedarse y fue ésta una petición exitosa. Ella le sugirió a sus amigas que se quedaran ellas también, pero entre que alguna estaba aburrida, y que alguna otra tenía a los padres a punto de establecer un castigo de por vida, se fueron todas a sus respectivas casas.
Una de ellas había prometido volver en cuanto acabara la obligada cena, y al ver que su amiga no estaba demasiado animada ese día sugirió que a su vuelta tendrían una conversación seria.

Ella se acercó a la mesa del pócker. Más gente llegó con agua en el flequillo y ganas de fiesta y ella con media sonrisa por sentirse un poco extraterrestre, volvió a la ventana y empezó a tararear algunas de las letras que se escuchaban. Justo le llegó un mensaje de una amiga con la que hacía medio siglo que no hablaba, y como era un buen momento cogió el móvil y se dispuso a llamarla. Fue en ese momento cuando alguien se le acercó por la espalda:






  • ¿Ibas a llamar a alguien? Espera, no lo hagas, quiero hablar contigo.
  • ¿Qué quieres? ¿No puedes esperar?
  • No, no puedo. Creo que ya he tenido suficiente paciencia con tu afán de hablar filosofeando.
  • Ahhh claro. Pobrecito. Mira a ti nadie te ha pedido que me escuches, así que si sigues haciéndolo igual es porque algo te ayudan mis filosofías imposibles que sólo se dedican a desordenar la vida que la gente cree vivir.
  • Vale, esta bien. Nunca comprenderé porque quieres hacer esto por nadie, y mucho menos por mi. Pero déjame hablar por favor. Una vez me dijiste que el mundo no morirá nunca por falta de maravillas sino por falta de asombro, así que ¿por qué no lo pones un poco en práctica y dejas que te sorprenda?
  • Hacía mucho tiempo que quería oír esas palabras, ahora sólo queda que conozcas algo de mi que ni siquiera sepa yo misma para que consigas dejarme con la boca abierta.
  • Chiquilla eres muy exigente. No seas dura conmigo que es mi primer intento.
  • Menos hablar, que estoy impaciente.
  • Está lloviendo ¿no?
  • Si, eso parece. Digo yo que ese líquido que incomprensiblemente cae del cielo, debe ser lluvia. ¡No me digas que esa es la sorpresa!¿ He vivido toda mi vida en una mentira pensando que algunas tardes de invierno llovía, y en realidad no era lluvia lo que caía del cielo?- dijo con tono irónico resultando un poco arisca.
  • Te vas a quedar con las ganas ¿sabes? Aunque no te alejas demasiado...
  • Veo que aprendes deprisa. Dispara.
  • Yo lo que vengo a revelarte hoy es por qué algunas veces no te sale la sonrisa por mucho que lo intentes. Quiero explicarte de donde procede esa especie de mueca indescriptible, y tan divertida que se te queda cuando quieres que nadie vea tu dolor pero en realidad dentro de ti agonizas.
  • Si consigues decirme por qué es eso te juro que te hago miembro oficial de la gente que ha conseguido quitarse las legañas de los ojos y abrirlos de una vez.
  • Ve sacando el formulario de inscripción bonita, porque pienso hacer que no puedas creer que yo he sido capaz de llegar a esas conclusiones. Es más, no lo creo ni yo. Definitivamente me lo estas pegando.
  • ¿También te he pegado yo esa odiosa manía de no ir al grano?
  • Sabes que si.
  • Bueno, como no empieces de una vez te juro que me largo a llamar.
  • Vale. No es lluvia eso que cae del cielo. En realidad es tristeza. Cuando te sientas triste debes dejar salir de ti la tristeza ya sea contándole a alguien que te preocupa, o gritando hasta que no quede nada de tristeza en ti. Cuando estés triste la solución no es llorar para tus adentros porque así poco a poco te inundas hasta que llegue un momento que te ahogues en dolor. Siempre debes sacar tu tristeza, dejar que esta se evapore y convierta en nubes. Deja que las nubes lloren por ti, que formen charcos que sirvan para hacer guerras de barro en otra parte. Recuerda que esas lágrimas que dejes caer servirán para regar otras sonrisas, y deja de atormentarte pensando que estas sola, porque no es así. La verdad es que yo nunca antes había sido positivo, pero me has enseñado que es muy importante sonreír y dejar que los demás se pregunten por qué. Es eso lo que te falta a ti ¿sabes?. Tu has conseguido creer en ti misma y a leer entre líneas el guión este que casi todos aceptan al pie de la letra, y eso es algo que te hace grande porque no todas las personas son capaces de aceptarse a si mismos y luchar por lo que quieren. Pero hay algo de lo que no te has dado cuenta, y es que cuando has aprendido todo eso automáticamente has querido ayudar a otras personas a que también lo aprendan olvidando que muchas no quieren hacerlo, y otras tantas no pueden entenderte. Por eso tienes dolor dentro. Porque sabes que todo esto que estás haciendo es algo bueno, pero en realidad no tienes una razón para hacerlo. Y hay algo que tu no sabes, porque tu piensas que todo este esfuerzo no sirve para nada, pero has removido muchas mentes, y eso ya es algo.
  • ¿Sabes lo que es algo? Que he removido la tuya. Si pudieras oírte igual te llamarías a ti mismo bicho raro.
  • No creo que eso sea una crítica. Gracias.
  • ¿Sabes lo que vamos a hacer?- preguntó con cara divertida.
  • No tengo ni idea muchacha. Eres una caja de sorpresas, y que haya sido capaz de sorprenderte un poco no significa que ya pueda leerte la mente.
  • Te sorprendería lo que creo que eres capaz de hacer, pero aún así te diré lo que vamos a hacer. ¿Ves esta ventana que he estado mirando unas tres horas? Vamos a jugar al ahorcado en ella con la condensación que ha formado la tristeza.
  • Te encanta inventar a todas horas, no sé yo si esto se acerca ya al límite de locura, pero gracias por enseñrme otro lenguaje con el que sabes hablar. A partir de hoy podrás incluir en tu curriculum: “ Hablo lenguaje del vaho en las ventanas mojadas de tristeza”
  • Jajajaja. Deliras. Empiezo yo. Es una palabra de seis letras.
  • Eso, no es una casualidad. El seis ya me dice que tramas algo. Voy a decir la letra G de gracias.
  • Si, mi palabra tiene G, pero es más bien una G de otra palabra seis letras.
  • Lo sabía. Y no me preguntes por qué, pero creo que ya sé cual es la palabra. Y la acepto.
  • Tienes que escribirla para que yo reconozca tu victoria.
  • Es guerra, y claro que acepto una guerra de barro con la señorita torpeza encarnada. Me muero por ver como combina esa falda con medio kilo de barro incrustado por encima.






Ella no dijo nada más. Simplemente abrió la puerta y salió fuera lo más rápido que pudo. Antes de empezar a preparar la munición se quedó unos instantes dejando que el agua de lluvia le empapara completamente. Él tardó un poco más en salir porque se había encargado de avisar a todos los chiflados de dentro de que fuera habría guerra de barro a la luz de la luna, pero en cuanto salió ella le tenía preparado un regalito de bienvenida que acabó estampado en la cara de él a modo de inicio de la guerra.
Se lanzaron tanto barro que prácticamente acabaron todo el que había, y cuando por fin firmaron el tratado de paz entre risas, todos entraron dentro a calentarse. Después de aquella locura a ella le quedaba algo por aclarar:
  • Sabes por qué me gusta tanto sentir que el agua de lluvia me moja.- dijo ella dirigiéndose a él.
  • No tengo ni idea, porque tienes pinta de niña pija y lo último que te pega es encresparte el pelo bajo la lluvia- dijo alguien
  • No hagas ni caso, lleva una cuantas copas encima- dijo él
  • Tiene razón yo parezco una niña pija. Pero no me importa lo que parezco, me importa lo que soy, y soy una chica muerta de ganas de vivir. Y sentir la lluvia resbalar por mi cuerpo cuando todos esperan que resbale por mi paragüas me hace sentirme viva.




Pauli.


Me dio por escribirlo el 1/ 2 / 11, y es que le di mucho al coco.

2 comentarios:

  1. Me encanta la conversacion de la chica y el tio que se creia listo! pero una curiosidad: ke palabra era?
    yo tmbien ago carreras con gotas de agua...no es raro, no! jajaajaj
    re linda entrada te lo juro! me ha encantado!

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  2. muchas gracias :)!
    la palabra era guerra :) porque lo que ella estaba deseando era una guerra pringosa :D, no una de esas en las que se mata, sino una de esas en las que se rie :D
    jajaja de verdad? la proxima vez que eche una de esas carreras imaginare que eres mi contricante :D
    muchas gracias por tu comentario!

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