Ser único. Ser feliz.

- Eso no es normal

- Lo sé. Pero, ¿quién quiere ser normal?

sábado, 22 de octubre de 2011

Le gustaba el olor a día recién estrenado

Lo hizo sin pensar. Simplemente algo dentro le decía que tenía que hacerlo. Ya se inventaría alguna excusa ingeniosa cuando ella le preguntara que era lo que quería, cuál era la razón de su visita. Se había levantado con ganas de verla y no quiso pararse a pensar en absoluto en las razones. Aún estaba a medio calzar, cuando las primeras luces del alba entraron por la ventana. Justo entonces, se le vino a la mente la imagen del amanecer veraniego que vino con la carta de presentación pertinente entre ambos. Tan resacoso estuvo entonces como lo estaba aquella mañana, pero las hojas secas de octubre no sabían igual que la noche en la que se saludaron por primera vez en sus vidas. Bien poco se habían parecido la gran mayoría de amaneceres de los últimos meses a aquel de una noche de verano.



Simplemente así, guiado por sus impulsos, se plantó en casa de ella. Llamó a la puerta insistentemente, pero probablemente era demasiado temprano para que esa pequeña hibernadora de fines de semana estuviera despierta. Llamó una vez más, aunque con pocas esperanzas, y esta vez la puerta se abrió. Se la encontró con pintas mañaneras: con una camiseta ancha que dejaba ver sus piernas aún ligeramente bronceadas y el pelo alborotado,enmarañado, como si acabara de hacer el amor. Le pareció que estaba guapa a la vez que imperfecta, aunque quedó desconcertado al ver que ella le recibía así. Tenía pinta de llevar rato levantada, pues tenía ya los ojos encendidos, como puestos en marcha. Sonrió de sopetón al verle. Su cara pasó de tener una línea recta y seria por boca,a contar con una dulce rodaja de sandía justo encima de la barbilla. Hubo una conversación de miradas que sirvió de buenos días. Sin embargo, no fue sino el pitido de la tostadora quien rompió el hielo:
- Un segundo, voy a coger las tostadas que me gustan muy blanquitas y no quiero que se me chamusquen. Ahora te saludo como es debido. Pasa, siéntate, no creía necesario decírtelo.- se alejó hacía la cocina y el vaivén de sus pasos provocó que la camiseta se subiera peligrosasmente unos instantes.
+ Es que estaba esperando a que me invitaras a una tostada.- pasó sin quitar la mirada de sus pasos hasta que éstos se perdieron en la penumbra del pasillo. Acto seguido, cerró la puerta.
- Claro, coge lo que quieras. ¿Qué haces aquí?¿necesitas algo?- dijo desde la cocina.
+ En realidad pasaba por aquí y me ha olido a tostadas y he decidido pasar a robarte una. – mintió simplemente para salir del paso. No pretendía sonar convincente, tan sólo no estaba dispuesto a admitir la realidad.- Llevas rato levantada ¿verdad?- añadió.
- ¿Se puede saber cómo lo sabes?
+ Me sé de memoria la cara que tienes nada más despertar – hubo un intenso silencio.
Ella, desde la cocina, sonrió entre dientes,pues le alegraron esas palabras. Él notó cómo se la estaba llevando a su terreno, cómo ya no sería necesario contestar a incómodas preguntas sobre la razón de su inesperada visita. Optó entonces por andar hacia la cocina para pillarla por sorpresa, pero se encontraron los dos de frente en el pasillo. Apenas podían verse cuatro ojos dos a dos iluminados en la oscuridad de aquellas paredes y las siluetas de dos cuerpos indecisos que mientras se acercaban dejaban ver que con pocas palabras buscaban muchas respuestas. Entraba una luz tenue por la rendija de una de las habitaciones, que les iluminó cuando se acercaron un poco, pero que apenas permitía ver los contornos de esos cuerpos a grandes rasgos.
- ¿Sabes? Ultimamente soy madrugadora, no ha sido casualidad encontrarme despierta. Descubrí que me gusta ver amanecer.
+ Pero ¿cómo vas a ser tu madrugadora? A ti te apasiona dormir, o simplemente pasar horas en la cama entre las sábanas.

- Supongo que algunas cosas te cambian un poco. A mi me sigue gustando dar guerra desde la cama, pero casi me gusta más despertarme con el sol porque me parece que el cielo me da los buenos días cuando la línea del horizonte empieza a clarear. Me encanta como flota en el aire ese olor a nuevo, a día recién estrenado.
+ Tú siempre tan metafórica, tan soñadora y tan imperfecta...- hizo ademán de acercarse, pero no ganó mucho terreno.
- Sé que estarás preguntándote si eso significa que todas las mañanas me acuerdo de ti. La verdad es que al principio sí, las primeras veces te colabas irremediablemente en mi cabeza desde por la mañana, y no podía hacer mucho por sacarte...
* Hola fea, he traído churros para desayunar- dijo una voz de hombre desde la entrada.
- Hola, estoy con un amigo, ahora voy.
+ Creo que es mejor que me vaya...- ella le tomó por la muñeca acercándole a sí- pero ¿qué haces? Te han traído churros calentitos.¿Por qué ibas a preferir a alguien que te roba tostadas en medio de un pasillo oscuro? Sólo soy un tipo raro que pasaba por aquí para robarte un par de tostadas, y de paso ver lo guapa que estas tan poco arreglada...
- Escucha. Cállate. Los tipos raros son los mejores.-dijo mirándole intensamente.
+ En cualquier caso, dijimos que...
- ¿A quién le importa lo que dijimos? Lo que pasa es que no hemos hablado de corazón a corazón.
+ Siempre hemos tratado de prescindir de las palabras cuando eran innecesarias
- Pero dos corazones pueden hablar de muchas formas...- se alejó para relajar la situación, ya que llevaban unos cinco minutos respirándose tan cerca que comenzaban a tener dificultades para mirarse a los ojos.- ...para empezar deberíamos de ser sinceros....- él abrió la boca, pero ella puso dos dedos sobre sus labios dulcemente y no le dejó decir nada- me refiero a que antes te he dicho que solías ser un pensamiento habitual al principio, pero para mi desgracia eso poco ha cambiado...
+ ¿Quieres decir que a pesar de todo...?
- Quiero decir que cada vez que Madrid amanece me acuerdo del primer amanecer que vi en toda mi vida, y por suerte o por casualidad tu estabas conmigo. Anda vamos a comer churros, que se van a enfriar.
+ Pero y ¿qué pasa con él señorita? ¿Qué va a pensar que hacíamos tu y yo con pintas mañaneras en el pasillo?
- Que piense lo que quiera, igual que es mayorcito para coger mi moto e ir a por churros, es mayorcito para entender que tengo amigos.
- No me lo puedo creer, ¿ese bozarrón es el de tu hermano?
+ Sí, es la voz del enano. Suponía que no lo sabías, pero tenía que hacerte sufrir un poco ¿no crees?
- ¡Serás mala!
+ Eso te pasa por venir aquí a robarme tostadas. ¡Ah! y otra cosa, si crees que no vas a ser capaz de levantarte a por churros, yo tengo la solución perfecta: no hace falta que durmamos, sólo es imprescindible que veamos amanecer.
Desayunaron, y estrenaron ese nuevo día con olor a conversación de corazón a corazón.





Pauli.



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