Mira cómo el otoño alterna entre mis hojas y mis ojos,
cómo el daño me llueve y vuela por la habitación
mientras nos quedamos secos, y caemos otra vez
como hojas caducas que somos.
Lo dicen nuestros ojos, a mí no me mires.
Que ya sabemos que no somos capaces de mirarnos sin recaer.
O al menos no entendemos (de) la gravedad
de lo muerto que hay que estar para caer y crujir
al paso del que pisa hojas recién caídas (con saña)
mientras nos rompemos en silencio.
Este otoño no quiero recaídas por muy hojas que seamos, amor.
Este otoño quiero que nos escriban encima
historias de debajo de una manta
y que nos doblen con cuidado, pero no que nos dobleguen.
No se me olvida aquella vez en la cocina
en la que hablamos de amor y sólo era otra caída
en la que vi claramente qué peligroso es que te agarren los pechos
si no van a sujetarte el corazón ni a lamerte las heridas al mismo tiempo.
si no van a sujetarte el corazón ni a lamerte las heridas al mismo tiempo.
Somos ciclón,que no se me olvide.
Este otoño no me embarres las comisuras
que ya no sólo tiemblo con tus besos y mis dudas
sino que tengo un otoño que quiere que me cuele entre sus dedos
y la tentación entra y sale de mi habitación a su antojo (y al mío).